Barthes, una segunda lectura. Del libro "Crítica y verdad"
Reseña de datos relevantes y puntos de vista de Roland Barthes
Nacido en Cherburgo en 1915, su niñez transcurrió en los barrios de Bayona, trasladandoce a Paría a la edad de diez años. Estudió en el Liceo Louis-le-Grand y en la Facultad de Letras de la Universidad de París, se tituló en Letras Clásicas (1939) y Gramática y Filosofía (1943), durante estos años contrajo tuberculosis, que lo hizo permanecer en sanatorios periodos de tiempo prolongados, en donde aprovecho de leer a Marx y Michelet. En 1946 comenzó a colaborar en Combat, un periódico de izquierdas, y sus artículos se recopilaron en El grado cero de la escritura (1953).
Fue lector de francés en Alejandría y en Bucarest. Luego de la Segunda guerra mundial, entre 1952 y 1959 realizó funciones en el Centro Nacional de la Investigación Científica (CNRS), en París. Posteriormente, fue nombrado jefe de Trabajos de Investigación y, luego (1962), jefe de estudios de la Escuela Práctica de Altos Estudios, organismo donde se dedicó a la investigación acerca de la sociología de los símbolos, los signos y las representaciones.
En 1967 escribió su obra más conocida, el ensayo "La muerte del autor", y tres años más tarde, la que muchos consideran su obra más prodigiosa: S/Z. Durante la década de 1970 continuó desarrollando su crítica literaria, buscando nuevos ideales de textualidad y neutralidad novelística a través de sus obras.
Barthes murió en 1980 tras ser atropellado por una camioneta de lavandería en la calle de las Écoles, justo frente a la Soborna, justamente cuando regresaba de una comida que había tenido con François Mitterrand, y que la prensa ocultó para evitar que acusaran al político de gafe.
Su Obra:
Pensador francés que amplía su universo de investigación hacia la crítica literaria, la comunicación, la filosofía y la sociología. En su propuesta Barthes plantea que el análisis de una obra narrativa no se debe dar cuenta de ella desde las estructuras externas que puedan explicarla, si no que debe ser abordada con estructuras analíticas que se mantengan en el mismo contexto de la obra. Además lleva a la semiología mas allá de análisis de contenidos lingüísticos, el abanico se abre a otras estructuras de sentido y hace de la semiótica un instrumento de significación para otras ramas como la literatura, la publicidad, la moda, etc, haciendo patente que todo objeto significa.
Barthes, además es el continuador de las teorías de Sausarre, convirtió a la semiología en una ciencia de estudio que trascendió por sobre la lingüística. Abandona la esquematización de signo por una sistema de signos. Este es el paso que Barthes da desde la semiología a la semiótica.
La figura de Roland Barthes adquiere toda su importancia si tenemos en cuenta la amplia trayectoria teórica del autor de Mitologías. Barthes fue el fundador de la semiótica en Francia junto a los intelectuales de la revista Tel Quel. Dicha fundación suponía un trasvase teórico desde las tesis del estructuralismo lingüístico postulado por Saussure y sus discípulos hasta el ámbito de los modernos lenguajes. Gracias a Barthes gran parte del análisis del lenguaje del cine, del lenguaje televisivo, fotográfico, el del cómic o el de la lucha libre habría quedado relegado de su necesaria investigación durante mucho más tiempo del debido. De ese modo, obras como El imperio de los signos, La aventura semiológica, La cámara lúcida, S-Z, Lo obvio y lo obtuso o Literatura y sociedad, se han convertido, a pesar de cierto retoricismo innecesario, que en todas ellas abunda, en obras de referencia obligada para cualquier estudioso tanto de la literatura como de cualquier otro lenguaje con afán estético.
La bibliografía de Barthes es marcadamente evolutiva, desde la influencia de Saussure con una textualidad, denotando su interés por la lingüística. En los años 60 desarrollo su teoría acerca del “texto”, en donde plantea la necesidad de plantear una nueva crítica que permita la evolución hacía nuevos puntos de vista.
Barthes hace que la semiología escape del uso netamente lingüístico y la convierte en ciencia de estudio en general, siendo aplicable a la literatura, fotografía, publicidad, la moda, etc.
Bibliografía
1. La preparación de la novela: notas de cursos y seminarios en el c ollege de france, 1978-1979 y 1979-1980
2. La chambre claire
3. Crítica y verdad
4. El grano de la voz: entrevistas 1962-1980
5. Michelet
6. Lo neutro
7. El grado cero de la escritura seguido de nuevos ensayos críticos
8. S/z
9. Roland Barthes por Roland Barthes
10. Fragmentos de un discurso amoroso
11. Como vivir juntos: simulaciones novelescas de algunos espacios cotidianos (notas de cursos y seminarios en el college de france)
12. El placer del texto y lección inaugural
13. A cámara clara: reflexión sobre a fotografía
14. Mitologías
15. El sistema de la moda y otros escritos
16. Variaciones sobre la escritura
17. Ensayos críticos
18. Variaciones sobre la literatura
19. Incidents
20. La torre eiffel: textos sobre la imagen
21. Le plasir du texte
22. Sade, fourier, Loyola
23. La aventura semiológica
24. El susurro del lenguaje mas allá de la palabra y la escritura
25. Lo obvio y lo obtuso: imágenes, gestos, voces
De la lectura de Crítica y Verdad
La lectura de Barthes para un iniciado en los estudios semióticos, no resulta nada fácil, acercarse a una modalidad estructurada de razonamiento que plantee ideas y teorías acerca de un modo realizar una crítica de un determinado punto de vista, resulta un trabajo arduo, al cual se debe poner mucha atención, pues al dejar escapar cualquier apreciación del autor, puede desencadenar el desentendimiento de lo que tanto trabajo ha costado.
Al querer abordar a este autor en especial, y más aún a este determinado libro “Crítica y Verdad”, me mueve un afán por re-aprender a leer, a entender y a reconocer los signos y símbolos que se pueden extraer no tan solo de una novela, sino de cualquier texto que caiga en mis manos. Curiosamente, siempre, desde niño, he creído que la lectura no solo debe entenderse desde los dichos del autor del texto, sino que debe existir una manera de entender el sentido de lo leído a través de una modalidad que permita extraer de ella unas segundas conclusiones. Digo curiosamente, por que al leer “Crítica y Verdad”, me he encontrado con que Barthes, no solo teoriza sobre esta manera de criticar y de aprender a leer, tan solo al ojear las primeras páginas, en el relato del modelo lansoneano identifiqué de inmediato las modalidades de comprensión de lectura que aún hoy en día se enseñan en nuestro país.
“Crítica y Verdad”, abre esa posibilidad de aprender a leer identificando el otro sentido de lo escrito, en interpretar el texto mas allá de su autor, permitiendo que las materias de conocimiento foráneo al creador de textos, se entrecrucen para descubrir la existencia de un lenguaje, un metalenguaje, lo llama Barthes.
A continuación presento un modesto análisis que pude extraer del texto de Barthes, con los limites de conocimiento que impiden realizar una tarea impecable, pero que trata de aproximar en un lenguaje simple, los postulados de Barthes a quien quiera recogerlos y descubrir desde ello, que existe otra forma de leer.
Critique et vérité, Roland Barthes, 1966.
I
Para Roland Barthes establecer un análisis acerca de cómo criticar produce un fuerte impacto en los círculos intelectuales de la Francia de los años 70, el texto de Barthes introduce una respuesta implícita al intelectual francés Raymond Picard, quien al haber dedicado gran parte de su vida al estudio y análisis de la obra del gran escritor francés Jean Racine, observar cómo Barthes destruye su manera de criticar el texto instaurando una nueva forma revolucionaria de leer, de comprender, de relacionar, y de expresar lo que el texto dice más allá de lo que el autor ha escrito. Picard, pertenece al movimiento de crítica escolar francesa, de quien Barthes es un duro detractor.
En el capítulo primero, fuera de contravenir y de criticar someramente los dichos de Picard, Barthes con su estilo propio identifica los elementos que hacen de la crítica escolar algo puramente obsoleto e imposible de aplicar bajo los cánones estructuralistas existentes en la época de 1970. Sin hacer mención directa del nombre de Picard, Barthes contraviene someramente las teorías planteadas por Picard, sin dejar caer a su oponente en el descrédito, arremete una y otra vez en contra de la manera de hacer crítica de la vieja escuela.
Cabe mencionar que los postulados de la crítica escolar francesa están basados sobre los estudios del filósofo positivista francés del siglo XIX, Gustave Lanson, quien creó en 1864 su “historia de la literatura francesa”. Esta forma de criticar llamada universitaria o vieja crítica, sostiene la búsqueda de fuentes, permitiendo así la pérdida del sentido funcional de la obra (1), perpetuando un camino que cree ir en búsqueda de la verdad de la obra, lo que Barthes llama verosímil crítico, lo que permite reconocer que las fuentes lansoneanas no saben aplicar el concepto de lo crítico, Barthes define crítico como lo que está entre la ciencia y la lectura.
Lo verosímil crítico
La discusión entre el estructuralismo y el positivismo presente en Francia, la búsqueda de la verdad parece ser el punto en el que ambas corrientes son irreconciliables, en el análisis de la obra según el punto positivista, la crítica debía hacerse en consideración a la fuente más próxima del texto y en este caso es el autor, cualquier imagen, idea, concepto que se entendiesen del texto no podía ir más allá de lo que el propio autor quería expresar. Barthes llama a esto verosímil crítico, lo verosímil es algo que se asemeja, y crece pero no es, la verdad, en el sentido aristotélico. La verdad para Barthes, estructuralista, corresponde a una crítica que acepte que los análisis del texto pueden ir más allá de los postulados del autor, pueden influir incluso otras ciencias como la antropología, el psicoanálisis, la psicología, la filosofía, especialmente la lingüística, etc. la crítica es asumida como un discurso sobre un discurso, un segundo lenguaje un metalenguaje la que van búsqueda de valideces, o sea verdad es que permanezcan en el ámbito de lo real, de cierto, de lo comprobable, verdades que puedan ser analizadas científicamente. Es aquí donde entra en juego la semiótica mediante el análisis de los signos.
La objetividad
Para el positivismo la interpretación o crítica de un texto no podía ser mirada y pensada de otra manera ya que la fundamentación objetiva de la crítica debía ser inductiva, su análisis debía ser estar en el sentido conocido de las palabras sin permitir el uso de ningún tipo de lenguaje de sentidos múltiples, ya que éstos cambiarían la perspectiva hacia la deducción.
Barthes nos plantea una nueva crítica "la cuestión consiste en saber si tenemos o no el derecho de leer en ese discurso literal otro sentido que no lo contradigan", ya es necesario renunciar al objetivismo positivista y plantearse de hecho en la “la decisión de conjunto sobre la naturaleza simbólica del lenguaje”. Es necesario tomar una decisión con respecto a que sistema de símbolos del lenguaje usaremos para realizar el análisis crítico, según Barthes esta elección no dependerá de la lección del código, sino del rigor con el cual aplique la obra el modelo que haya elegido.
El verosímil crítico postula que las palabras tienen un solo sentido lo que elimina todos eso de connotación más allá de lo que el propio autor pretende instalar, el entendimiento debe estar círcunscrito a las circunstancias que el hecho plantea. Para Barthes, sobre este punto, las palabras no tienen ya valor referencial sólo tienen un valor mercante; es decir que las palabras según el verosímil crítico no me han de referencia otras ideas más allá de lo que en su justa medida pretenden decir. Es más, si se observa con atención, las obras de teatro escritas por Racine, la antigua crítica no admite que el personaje utilice la coartada, ni la aparición de fantasmas, la ficción no está permitida para verosímil crítico. Todo debe estar cubierto por un halo de materialidad, de verosimilitud que rose narrativa.
El gusto
Barthes ya mal gusto un sistema de prohibiciones, la percepción del gusto se presenta a través del “buen gusto” o por “el mal gusto”, estas dos percepciones omiten hablar del objeto, sólo introduce la crítica en la calificación, en lo adjetivo, en la apariencia. El gusto omite el análisis del objeto ya que este es una mezcla entre lo abstracto y concreto, Barthes señala que la antigua crítica es fundamentada sobre lo abstracto, en cambio la nueva crítica trata sobre sustancias y objetos. Lo verosímil crítico llama concreto a lo habitual, lo habitual determina el gusto, siendo este el árbitro entre la moral y las que.
La moral va por positivismo reprocha el crítico hablar de la sexualidad como temo humanamente abierto, la sexualidad representa lo entrañable del ser humano, lo pasional, lo prohibido, lo oculto, la vergüenza.
Para el psicoanálisis, ciencia que versa sobre el estudio del subconsciente, en donde se encuentran todos los conceptos sexuales nombrados anteriormente, lo verosímil crítico no puede entender que esta ciencia entienda al autor de los textos como un sujeto de trabajo, el cual no sólo escribe el texto, sino que imprime en él todo la potencia interna, todas sus y de idealizaciones presentes al momento de escribir. El sujeto estudio, también llamado autor, contiene toda una carga social detrás que intervienen el proceso de escritura, por lo que Barthes sostiene una y otra vez la imposibilidad de entender los contenidos del texto bajo un solo punto de vista.
Lo verosímil crítico plantea una cotidianidad es dable decir la de lo que llamamos buen gusto, sin dejar espacio a los juegos que subconsciente plantea en el escritor.
La claridad
Para entender este punto es necesario situarnos el contexto francés, Barthes intenta describir lo que para el verosímil crítico es el uso de un idioma en cuestión "la claridad francesa", se trata de la forma en que los individuos pertenecientes a esta nación piensan, creen, existen, escriben. Bajo esta argumentación podríamos decir que la escritura además debe entenderse bajo un cierto síntoma de identidad, de arraigo al territorio al cual se pertenece, me refiero al uso y costumbres del estereotipo francés. Nuevamente el positivismo acota la crítica a un determinado “manerismo”, está demás decir que la crítica escolar francesa ensalza “lo francés” como un pensamiento perfectamente estructurado.
Barthes sostiene que la escritura estructura al pensamiento, la antigua crítica no permite el “rewriting”, reescribir como un ejercicio a la par de la lectura, sino que admite un re-pensar, entonces la posibilidad de que la palabra no contenga semanticidad, limita al texto en lo que está descrito y no en un posible sinnúmero que significaciones que permitan su reescritura “la claridad no es un atributo de la escritura: es la escritura misma, desde el instante en que está constituida como escritura”
La asimbolia
La gran pregunta que al parecer se hace Barthes parece ser ¿excluye la letra el símbolo, o, por lo contrario, lo permite? ¿la obra significa literalmente o bien simbólicamente?.
La asimbolia quiere decir ausencia de símbolos, entendiendo símbolos como la construcción de ideas imágenes y obras que nacen a través de la significación de los signos y que corresponden a un proceso mental de conocimiento por el cual es posible reconocer diferentes categorías explicitadas en un texto, la antigua crítica no permite establecer conexiones simbólicas que harán avanzar la lectura más allá de lo escrito, hay en ausencia de significación, una ausencia de dar sentido, una ausencia de dar vida a las palabras y más aún sepultan toda posibilidad de establecer otra altura a partir de lo leído.
Para Barthes la ausencia del múltiple sentido es un verosímil crítico, no obstante aceptar la posibilidad de un análisis bajo un determinado punto de vista el cual permitiría una interpretación única del texto, ésta sólo queda como una representación estructurada de un tema subyacente. La nueva crítica acepta la presencia y la posibilidad de la multiplicidad de lenguajes, incluida en cada uno de los textos, de las palabras, porque la presencia de símbolos permite la existencia de una significación más allá de lo textualmente escrito.
II
En esta segunda parte, Barthes desarrolla su esquema llamada nueva crítica tomando como referencia los textos numerosos autores dedicados a distintos temas, en donde plantea a la crítica como una forma de escritura, deja entrever además su principal aporte a esta nueva forma de criticar consistente en adoptar y permitir la intrusión de corrientes filosóficas modernas como el estructuralismo, el psicoanálisis, la teoría marxista, el existencialismo, etc.
Barthes inaugura no una nueva escuela, sino una manera de hacer crítica literaria aceptando la multiplicidad del lenguaje, ya en este periodo se muestra al semiólogo como estructuralista, cuna de la semiótica. Barthes actúa como el eslabón entre la semiología y la semiótica, pasando del estructuralismo y su síntesis simbólica a la síntesis significativa del signo.
La estructura de pensamiento de Barthes, decanta una teoría está lejos de quedarse en mera elucubración, planteó método práctico, de ejercer la crítica como un elemento de conocimiento que permita abarcar diferentes maneras de entender los textos a partir de las ciencias epistemológica modernas que han sido integradas al conocimiento universal de aquella época. La vieja escuela o la vieja crítica queda obsoleta frente este modelo al saberse sobre pasada por el uso del metalenguaje que inhibe la objetividad positivista, en cierta forma transgrede los cánones franceses establecidos, y deja atrás, muy atrás la experiencia analítica establecida por Lanson.
La crisis del comentario
Barthes instala la crítica no como momento de desorden, sino de cambio. En tiempos pasados se veía la palabra como un instrumento de uso estático casi decorativo, ahora llega en los nuevos tiempos como un signo y una verdad. Con ello se pone en la palestra todo aquello que depende del lenguaje, todo aquello que resulta del lenguaje, y todo ello que se nombra a través del lenguaje.
La lengua plural
Al instaurar al lenguaje llano como instrumento sino como un signo debemos entender que éste se aproxima una apertura, poseedor de muchos sentidos. En lo que Barthes determina como símbolo la pluralidad de los sentidos, con una serie de características: el símbolo es, constante, posee libertad. La obra así entendida puede ser criticada en una diversidad de contenidos, la obra está ahí para ser analizada y estudiada, escudriñar, entendida. Según Barthes la obra propone, o sea muestra su contenido, y el hombre dispone, o sea la interpreta.
Es aquí donde la obra desarrolla un sinnúmero de connotaciones en el lector, y desarrollan en una cadena de simbolismos lo plantean en otros contextos sugeridos a través del lenguaje.
¿Cómo podemos llamar entonces, lo que entendemos al reescribir, al encontrar diferentes connotaciones, diferentes cadena de simbolismos en la obra?, Barthes responde: a esto lo llamamos crítica literaria. A ese otro discurso descubierto por el lector a riesgo de su intelecto es el que puede ser instalado sólo en la lectura o en una obra crítica.
La ciencia de la literatura
Esta ciencia establecerá la forma de los contenidos sin entrar en la interpretación de los símbolos sino es sus múltiples valores, establecerá un modelo hipotético de descripción (gramática), se trata de establecer en un primer análisis no el contenido de la obra sino su forma, su gramaticalidad no su significación, su aceptabiliadad no su sentido, en definitiva se trata de establecer la energía de la palabra y no el genio del autor.
La imagen de la musa inspiradora queda obsoleta, pues esta ya no es la que ilumina con su inspiración la obra del poeta, ahora ellas le susurran símbolos, las grandes formas vacías que permiten hablar y operar.
Barthes opera con un análisis discursivo de la obra planteando dos objetivos infranqueables para una buena interpretación del modelo hipotético:
1.- Abarcar los signos inferiores a la frase, tales como las antiguas figuras de la frase, los fenómenos de connotación, las anomalías semánticas, etc.
2.- Abarcar los signos superiores a la frase, las partes del discurso de donde pueden inducirse una estructura del relato, del mensaje político, del texto discursivo, etc.
La crítica
La crítica entendida Según Barthes, es la que desdobla los sentidos, hace flotar un segundo lenguaje por encima del primer lenguaje de la obra, es decir, una coherencia de signos. La obra así entendida, es la plataforma de la cual el crítico puede extraer desde el modelo hipotético de descripción, como base análisis, una segunda lectura que no sea redundante y que permanezca en ella la coherencia, es decir, la obra puede tener una significación además de la expresada por el autor, esta significación es la que llamamos critica literaria, pero a la vez esta debe cumplir con tres sujeciones ópticas:
a) debe transformarlo todo
b) transformar siguiendo ciertas leyes
c) Transformar siempre en el mismo sentido
El seguimiento de estas sujeciones permitirán que la critica resultante no sea un amorfo sin sentido, sino una anamorfosis, pintura o dibujo que ofrece a la vista una imagen deforme y confusa, o regular y acabada, según desde donde se la mire. (2)
a) Barthes desarrolla la idea explicando que en la obra todo es significante (debe transformarlo todo), apuntando al orden gramatical, el cual debe saber integrar la totalidad de la obra en cuanto a la forma. El sentido debe cumplir el mismo principio de totalidad en todas las palabras, deben estar de manera inteligible con el todo en cuantoa fondo.
El sentido de las palabras no esta dado en un contexto particular ni plural, sino que jerarquización de estas corresponde a un mismo nivel de entendimiento, el sentido no nace por exclusión, sino por diferencia. La relación es entonces cualitativa.
b) Las leyes de la transformación están basadas en la lógica simbolica.
Para Barthes, en desarrollo de la semiotica está aún en sus comienzos, es por eso que tiene atisbos que permiten continuar su teoría acercándose a los métodos estructuralistas, alejados del pragmatismo francés. La cadena de simbolismos representan los diversos significados que contiene la obra con una presencia explicable desde el psicoanálisis, Barthes solo explica lo singular de la cadena de símbolos explicando que “al menos disponemos-aun que sea provisoriamente- de ciertos modelos que permiten explicar según qué dificultad se establecen las cadenas de símbolos”.
c) La anamorfosis debe seguir siempre el mismo sentido.
El descubrimiento del objeto literario debes estar dado por el descubrimiento de los propios signos que entre la obra. La relación entre el objeto y el sujeto esta dada a través de la subjetividad, entonces la subjetividad según Barthes se manifiesta en el proceso crítico, en crítica no es el objeto lo que hay que oponer al sujeto, sino su predicado.
La crítica no pretende encontrar el fin último del sentido de la obra, mas aprovecha los cursos que la significación le entrega para realizar la justeza, adjetivo que sirve para determinar tanto al crítico como a su producto.
Lo que queda entonces, es una aproximación al sentido del signo que no puede ser otra que la de ironía, el signo tiene un carácter irónico, dice lo que no dice en su justo contenido, a primera lectura la palabra no miente, de entiende y se mimetiza en nuestras ideas, pero al pesar al lenguaje como significativo, rompemos el mito del eterno aceptante para desvelar lo que el signo introduce dentro de la palabra, otra significación, algo que no dice pero que insinúa, despertando en nosotros la cadena simbólica que nos permite rozar la verdad del metalenguaje.
La lectura
Barthes reniega de la posibilidad de que el crítico sustituya al lector, es un ámbito que no le corresponde, pero sí otorga el reconocimiento de identificar al crítico como un lector que escribe, en donde la escritura es un mediador que puede o no ser de todo gusto.
El crítico funciona como un compilador (no agrega nada por cuenta propia) actúa mediante la cita, lo trae a presencia para contextualizar algo que no es del autor citado, sin cambiar nada, da otro sentido a la obra primera. Otra funcionalidad del crítico es la de commentator (que no intervenía el texto recopilado sino para hacerlo inteligible), reproduce una materia pensada. Y por último como un operador, reordena los elementos de la obra con el fin de darle cierta inteligibilidad.
El tono afirmativo a que debe acceder el crítico esta determinado por su escritura pues esta declara. Al escribir la critica se crea un abismo entre la crítica y la lectura, es el mismo en términos de la significación entre el borde significante y su borde significado.
La relación de sentido que da la obra la otorga el deseo que va en desear leer la obra, o que la obra insiste a ser deseada.
Que más mostrar el crítico como amante del lenguaje de la obra, más que amante de la obra misma.
Referencias:
1) Critica y Verdad: un manifiesto polémico (avatares, vicisitudes y precedentes de una querella literaria) Alicia Yllera, extraído de: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593207572363734198846/p0000005.htm#23
2) Definición de Anamorfosis, extraído de: http://www.rae.es
Reflexión
Sin duda Barthes exige una lectura minuciosa de sus reflexiones, al enfrentarse a un texto semiológico, como lo es Critica y Verdad, se dejan verter sus contenidos bajo un alo de incertidumbre que aportan siempre las primeras lecturas. Pero al aplicar e ir paso a paso por caminos especificados en este propio libro y situar al crítico como escritor, podemos contemplar y asimilar el gran paso dado desde un estructura positivista de hacer critica, la que solo permite leer con anteojeras y dar por entendido la obra en el contexto en ella misma determina, a una metodología de critica aperturista que permite realizar la lectura desde diversas perspectivas que aporten al conocimiento integro de los diversos signos que otorga la obra.
Barthes, identifica la presencia del signo, hasta esa época lingüístico, en la aplicación de una ciencia general del signo que permita aplicar la significación en otras áreas. Permite abrir el abanico y determinar el la lectura de la obra la relación entre una palabra con un cruce semántico que identifique una cadena de efectos simbólicos que no se queda estancado en la mera identificación del contexto del libro.
Barthes crea un estilo nuevo de hacer crítica, dejando atrás a los positivistas de la vieja crítica y su verosímil crítico, por una nueva critica que otorgue y enriquezca en sentido de las obras literarias en un metalenguaje que genere ideas a partir de un texto que ahora puede abrirse mas allá de la plana de una hoja.