Mir - PC chileno
“La batalla por la segunda independencia” (Salvador Allende)
Pocas veces la figura de los próceres de nuestra independencia han sido motivo de división al atribuirles idealismos procedentes de sus conceptos de lucha y modelos de vida, sin embargo, en nuestros días los nombres de José Miguel Carrera y de Bernardo O’ higgins son baluartes para dar explicación al actuar de dos corrientes que a veces suenan extrañas, pero que al escudriñar en la historia y considerar algunos aspectos de la política de los bandos consagrados a uno o al otro se pueden encontrar algunas líneas de entendimiento que hacen comprender el por que existe esta pugna hasta nuestros días.
En el proceso de investigación nos encontramos con dos corrientes una comunista que se identifica con el ideal de O´higgins y la otra Mirista identificada con Carrera.
Al oponer la figura de O’higgins y Carrera solo podemos determinar que ambos fueron contemporáneos y que participaron luchando contra los ejércitos que impedían la independencia de nuestra nación, los imaginamos sobre sus briosos caballos espada alzada, dando sablazos a diestra y siniestra en pos del ideal independentista. Hasta aquí todo bien. Ambos son personajes de antología que buscan el cumplimiento de sus ideales bajo la lucha armada, después de haber descubierto que toda negociación diplomática era inútil.
La separación de esta imagen amistosa y fraternal, comienza cuando ponemos atención en su biografía, escudriñando un poco más en sus historias y atravesar estas con las ideologías modernas que contribuyeron a los movimientos políticos del PC y del MIR. Nos podemos preguntar, ¿qué hace que estos dos próceres representen a dos sectores políticos de izquierda, y a la vez ambos se instalen como adversarios?, lo cierto es que entre los entrevistados, don Iván Ljuvetic, historiador ligado al P.C., Martín Hernández, historiador mirista y Raúl Flores, dirigente del MIR, participan del debate hoy en día con diferentes matices e incluso con ciertas sorpresas que despejan aún mas las dudas, y que hacen entender que los hechos del pasado tienen gran repercusión en la historia presente.
Durante la época de los años 60, la lucha entre el PC y el MIR significó una gran pugna, no solo ideológica, si no que también práctica, el PC mantenía la representatividad del sector proletariado desde los orígenes de nuestra patria y mantenía la consigna en que los sectores sociales mas desposeídos (“el pueblo”), debía llegar al poder y gobernar con los baluartes de la democracia. En el mismo periodo, el sur de nuestro país, en la ciudad de Concepción comenzaba a dar sus primeros pasos el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), que postulaba el acercamiento a las clases desposeídas con hechos pragmáticos y con movimientos reales de acción entre los campesinos y las poblaciones, comenzaron su deambular en la historia de Chile moviéndose en post de una ideal revolucionario que los llevará a instaurar en el poder a “el pueblo”, el mismo por el cual el PC había luchado durante largos años.
Esta es la cuestión que detonó las diferencias entre el PC y el MIR, mientras el sector comunista estaba representando los ideales del marxismo desde hace muchos años, llegaba ahora un grupo de jóvenes “burgueses”, que le arrebataban la representatividad. El cruce de palabras y de batallas ideológicas fue tremendo según Raúl Flores (dirigente del MIR), y que una de las principales críticas del PC hacia el MIR fue la cuna de sus dirigentes, “cierto, tu puedes decir que Enríquez, Van Schouwen provienen de sectores acomodados y aristocráticos, pero igual podríamos decir de Marx, Fidel y Guevara. Y ello no los objeta para asumir posiciones progresistas y revolucionarias. Lo fundamental está en las ideas y que estas se hagan carne en cientos y miles y millones de hombres. Y en ese plano el mirismo, fue una fuerza que disputó la conducción a los compañeros del PC, después de décadas de absoluta hegemonía de estos. Y lo hizo en medio de un proceso que el propio Allende llamó la segunda independencia”, señala Flores.
O´higgins y el PC
Durante la dictadura, Pinochet pretendió comparar su figura con la del prócer, ejemplo de ello es su discurso pronunciado en Chillán el 20 de agosto de 1982 en donde dijo “Aquel (O’higgins) debió enfrentarse con la fronda aristocrática y yo con la fronda politica. Ambos con un clero dividido y el extremismo, bandidaje antes, terrorismo ahora”. Así argumenta el historiador comunista Sr. Iván Ljuvetic la indignación que le causaba saber que el dictador se igualaba ante la figura de su héroe, motivo de reiteradas invitaciones que le han hecho desde Chillán para intervenir en los discursos que conmemoran el natalicio y la muerte de O’higgins.
Según el historiador “O’higgins nació “huacho”, entremedio del pueblo y educado en una escuela para hijos de jefes mapuches. Sin duda era un progresista y visionario, un revolucionario para su época y un diplomático mas que un militar, el diría en alguna oportunidad que se puso el uniforme por que las circunstancias en su país así lo ameritaban, y de la misma manera lo dejó en una celebración estando ya en el exilio”, Ljuvetic celebra y se ríe al imaginar que si O´higgins estuviese vivo sin duda seria militante del PC.
El PC chileno se siente muy cercano al prócer dado que este abrió y consolidó los procesos democráticos con una impronta mucho más popular que Carrera y su ambientalismo aristocrático. El proceso de independencia permitió la aparición del capitalismo y con ello el surgimiento de la clase obrera. Por aquellos años ya rota la barrera que impedía a Chile negociar con los países extranjeros comienza la búsqueda de socios a quienes vender nuestras riquezas, surgió Inglaterra que estaba deseoso de comprar materia prima en productos mineros para fortalecer su naciente industria manufacturera. Los requerimientos de minerales a nuestro país eran cuantiosos lo que hizo emerger una industria minera fuerte y poderosa, y como consecuencia el nacimiento de una clase obrera que crecía en igual proporción.
Ljuvetic asegura que el papel que juega O’higgins es fundamental para el surgimiento de la clase obrera, nacida como consecuencia de la libertad de comercio establecida una vez emancipado el país. Las fronteras se abrieron a nuevos mercados y los mineros artesanales ya no trabajarían junto a sus hermanos o familiares mas cercanos, se necesitan nuevas y mayor cantidad de manos para dar abasto a los nuevos niveles de producción. La clase obrera corresponde a un nuevo tipo de trabajador, un trabajador asalariado que podía congregarse o reunirse en pos de mejoras que significasen un mejor pasar para ellos y de sus familias. Conocidos es por todos las penurias y abusos cometidos en contra de esta clase obrera naciente. Los ideales comunistas que por esos años ya comenzaban a acercarse a nuestro país no hicieron más que encender cual hoguera el movimiento sindical chileno de la mano del dirigente Luis Emilio Recabarren como fundador del PC chileno, como también al surgimiento del Movimiento Nacional de Trabajadores liderado por Clotario Blest.
MIR y Carrera
La figura de Carrera ligada al MIR, nace solo cuando se buscan elementos que coincidan entre ellos. Existen dos líneas de igualdad se pueden destacar, primero, el ímpetu de la juventud y segundo, el amor por la patria y a su pueblo, con un deseo mucho más reaccionario que los políticos.
Al decir Carrera, se debe pensar en todos aquellos revolucionarios que combatieron junto a él o que contribuyeron en la realización de sus ideales, como lo fuera Manuel Rodríguez. El historiador Martín Hernández, mirista y hoy funcionario de gobierno, plantea que: “la identificación del MIR con Carrera corresponde a que ambos funcionaban en torno al ideal revolucionario y que este debería llegar al poder. Su apego por el pueblo, por las clases sociales más desposeídas son el punto de encuentro entre las dos ideologías, la lucha de Carrera se traduce en la lucha del MIR por el triunfo de la revolución popular”.
Raúl Flores agrega una opinión mas política que contribuye a la distinción antagonista entre ambos: “Podríamos coincidir en que la figura más legendaria, iconoclasta, anti poder, está representada más por Carrera que Ohiggins, y en ese sentido se establece una posible mayor identificación en la década de los sesenta y setenta con el mirismo, pues por un lado, en el debate político, teórico e ideológico de ésta década, está en discusión, también la idea de un poder que hay que alcanzar, pero no para beneficio propio o enquistarse en él, es un poder que hay que tomar para que lo asuman los más. Hay, en esta posición una crítica implícita a la burocratización de los estados socialistas. El MIR cuestiona a través de Carrera, la vieja idea Ohiginista de que es más importante el aparato de estado que las clases que dan vida a ese estado.”
El planteamiento de Hernández corresponde a una mirada idealista sostenida por el PC y por el MIR, el pueblo debe alcanzar el poder, pero no se debe olvidar que la corriente ohigginista madura la evolución del estado, y plantea un modelo político burocrático sustentado en la misma historia. La percepción de Flores no se queda atrás, su planteamiento acorde con el devenir revolucionario cree que la burocracia no es tal, sin antes asegurar el poder progresista que viene arrastrando el sector de “los más” (el pueblo). Sin duda, dos puntos de vista acerca del poder que son antagonistas en su fin último, pero no en la materia que sustancia la llegada de un nuevo tipo de gobierno.
Al seguir buscando prototipos de identificación, dice Hernández, nos encontramos con un Carrera joven, de buena familia, dueños de las minas de plata en el norte de Chile. En la lucha de la independencia, Carrera se sube al movimiento una vez que ya está en desarrollo y desde ahí comienza a radicalizar su apoyo a la independencia. El MIR, comienza su evolución en los movimientos de jóvenes estudiantes de la Universidad de Concepción, inmersos en ideales de la revolución latinoamericana proveniente de Cuba o de Nicaragua, con caudillos como el Che Guevara o Fidel Castro entre otros, todos jóvenes guerreros luchadores y descendientes de familias de buen pasar. Así las cosas planteadas podemos revisar ahora la similitud con personajes como Miguel Enríquez, Andrés Pascal, Bautista von Schouwen, entre otros, fundadores del MIR, todos estudiantes universitarios provenientes de familias acomodadas y de trascendencia en la burguesía chilena.
Martín Hernández cree que el punto en que J. M. Carrera se encuentra abordando el proceso independentista, el movimiento lleva años de evolución, y sus mentores son políticos de carrera con intereses enraizados en una cadena de hechos que atraviesan no solamente sus intereses patrióticos, si no que también sus intereses familiares como lo es el caso de O´higgins (hay que recordar que él era dueño de la hacienda Las Canteras, en los límites con Chillán). Carrera aparece en todo este proceso sin un proyecto político que lo avale, es un caudillo que desde su posición, arma una revolución a favor del movimiento independentista ya en curso. La similitud que se puede rescatar con la revolución mirista se cruza con todas las aristas que representa la revolución latinoamericana, ya que esta evoluciona de los procesos anteriores, como el cubano, el MIR se sube en esta revolución intentando llevarla a cabo dentro de Chile, estableciendo primero la reivindicación de los sectores proletarios y luego contra el régimen de la dictadura militar.
Raúl Flores, frente a esta perspectiva no puede quedarse de brazos cruzados, cree firmemente en que el MIR no se ha subido a ninguna revolución, es mas, arrebate: “el mirismo no se sube a ninguna revolución en marcha, con su accionar desata fuerzas sociales que no tenían voz (los pobres del campo y la ciudad) y con los jóvenes y estudiantes influye en el movimiento obrero”.
El encuentro entre Carrera y el MIR, puede ser un hecho equívoco, sustentado solo en la búsqueda de coincidencias que justifiquen el actuar de uno o del otro. Pero la cuestión radica en que los modelos de coincidencia hacen que los procesos se identifiquen en sus raíces y en sus objetivos.
Pugna entre décadas
Las palabras vertidas en este reportaje no tendrían ni una valides si no dejamos en claro al menos dos líneas de investigación, la primera concerniente a la época en que tuvo mayor apogeo el conflicto y la segunda, saber realmente en consistió la cuestión.
Para acercarnos a la primera línea debemos considerar el periodo de nuestra historia de mayor liberalización del sentido de lo nacional, de pertenencia, de identidad. Hay un solo periodo que se asimila a los procesos de independencia y su ideologismo libertario, ese es la década que corre a comienzos de los 60 y los primeros años de los setentas, truncado tras el golpe militar. La fundación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria en Concepción, dio origen a un estilo y forma de vida en que el movimiento revolucionario era fundado como método para que las clases sociales menos aventajadas pudiesen tener realmente representación en la repartición de las riquezas de nuestro país.
Los fundadores del MIR procedían de familias ligadas al poder y al comercio, con una excelente educación y un proyecto de futuro alejado de las correrías revolucionarias y partidistas a la que estarían ligados. Quiso el destino decir lo contrario y manejar sus vidas aristocráticas en pro de la lucha por el oprimido en busca de una igualdad social que en algunos casos les costaría la vida. Ya no estamos en 1800 y la lucha no es por la independencia, la lucha es ahora por la justicia y la igualdad, con la consigna de revolución decantada desde el norte de nuestro continente, Cuba, Nicaragua, Bolivia, y por que no, ahora en Chile. Al igual que Carrera en su época, un grupo de jóvenes aristocráticos se organizaba para conseguir el cumplimiento de sus ideales, ya que las ideas no tienen por que ser llevadas a terreno en lo práctico, por hidalgos que mantengan ideales románticos, los ideales son parte de todos los sectores sociales sin distinción económica ni social. El MIR, es cierto que se parió desde buena cuna, pero no quiere decir que sus retoños no sean merecedores de las ideas progresista que apoyen un bienestar social digno de ser nombrado a través de la historia.
La cuna de los revolucionarios no era vista con tan buen ojo por los luchadores sociales per se, el PC estaba conformado por gente de pueblo en sus bases, con una marcada simpatía e identificación con el prócer O’higgins, ya sea por su cuna Huacha o por anticipado progresismo libertario. El PC vigilaba por el movimiento social progresista y mantenía una férrea convicción en que la clase obrera surgida de las raíces ideológicas independentista llegase al poder en pro del bienestar de los mas desposeídos.
En el parecer del citado historiador Ljuvetic, tal pugna entre PC y MIR y sus antecesores históricos no tiene mayor relevancia salvo la de establecer comparaciones históricas que a veces logran un símil.
PC – MIR, hoy
Ya han pasado mas de cuarenta años desde que se instauró la pugna entre PC y el MIR, más de un siglo entre O´higgins y Carrera. Entre tantos años vino el golpe de estado ejecutado por los militares de nuestro país, argumentando que el proceso democrático del presidente Allende, solo llevaría a la instauración del caos y el desastre en Chile, lo que trajo como consecuencia, como diría Humberto Maturana (Biólogo chileno) en sus múltiples conferencias… “aquí faltan personas, ah!, ahora me acuerdo, los mataron” , víctimas de la represión, comunistas y miristas fueron asesinados, otros desaparecidos y otros torturados. Sus voces, carreristas y ohigginistas fueron calladas para siempre.
¿Para qué, entonces despertar nuevas rencillas entre dos bandos que se sienten alicaídos por los procesos históricos recientes?, si el PC jamás logrará figuración en las elecciones democráticas de nuestro país a menos que se modifique la famosa ley binominal de elecciones. Ni el MIR, en su eterno letargo luego de lograda la democracia, quede estancado esperando que todos los procesos llevados ante la justicia chilena lleguen a buen termino, porque según Flores “no podemos iniciar ningún proceso sin dejar de cargar con nuestros muertos”.
La juventud que ha nacido en democracia, reclama por un espacio que les permita acceder a la participación del proceso revolucionario iniciado por el MIR y por los ideales marxistas del PC, entonces no queda más que tomar por los hombros a ambos bandos y sacudirlos hasta que salgan de su eterno letargo.
Christian Vega I.
Periodismo Vespertino
Noviembre 2006
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